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LA INCREÍBLE HISTORIA DE LA CEO QUE TIENE A SUS 1600 EMPLEADOS EN WHATSAPP

Luis Eyzaguirre D.

Dentro del árbol familiar que la relaciona con nobles húngaros de siglos pasados, Alexia Keglevich fue uno de los primeros frutos extraños. La hija del fundador de la compañía de asistencia al viajero Assist Card aprendió de su padre, un vendedor de pura cepa que escapó de la invasión rusa a Hungría y perdió en el camino a toda su riqueza y familia, la capacidad de sobrevivir a los peores pronósticos. Así, la ejecutiva pasó de quedarse sin trabajo con una hija en brazos y una hipoteca en dólares a liderar una organización global con operaciones en 197 países.

En una charla con Mujeres que hacen, del portal Apertura.com, Keglevich –actual CEO de Assist Card a nivel global– habla sobre cómo la marcó trabajar con su padre, las situaciones más difíciles que tuvo que superar, y cuáles son sus anhelos como líder, mujer y ciudadana. Y también como prioriza e incentiva la comunicación con todos sus empleados a través de su celular y la aplicación Whatsapp

Empezaste a trabajar desde muy chica, ¿fue por necesidad o deseo personal?

Cuando era una niña, mi programa de viernes a la tarde era ir a visitar a mi padre a Viamonte 640, donde estaba la primera oficina de Assist Card. Jugaba a ser la empresaria de la oficina. Mis padres se separaron cuando yo era muy chica, y mi mamá se quejaba siempre de lo poco que le pasaba mi papá. Yo siempre quise ser independiente, por eso cuando tuve la oportunidad de ir al colegio al mediodía, automáticamente dije “voy a empezar a buscar trabajo”. Entré en una agencia de viajes que quedaba en Viamonte y Florida de pura casualidad; trabajaba de 2 a 7 de la tarde. Uno de mis primeros días me mandaron a hacer un depósito en el Banco Comercial del Norte, que quedaba a dos cuadras. Yo salí a la puerta de la agencia y no sabía ni para qué lado caminar, dije que sabía llenar un papel y estuve dos horas en el banco pidiendo ayuda para poder completarlo.

Durante un lapso de tu carrera te fuiste de la empresa familiar para trabajar afuera, ¿por qué?

Fue una época complicada. Por el 95 empecé a tener roces con la compañía y con mi padre en particular. Irme de Assist Card fue lo peor y lo mejor que me pasó. En ese momento tenía 25 años y 10 de experiencia laboral; estaba convencida de que iba a conseguir trabajo y de que iba a ganar más de lo que ganaba en Assist Card. Pero la realidad fue diferente, y terminé pateando la calle sin ahorros, divorciada, con una hija a cargo y una hipoteca con una cuota altísima y en dólares. Tuve que refinanciar la casa dos veces, todo para no recurrir a mi padre, porque el orgullo de ambos jamás iba a permitir ni que yo le pida ayuda ni que él me la ofrezca voluntariamente después de haberme ido. Ahí aprendí a bajar la cabeza. Y cuando encontré trabajo en el ex Banco Río, adquirí una experiencia espectacular. Primero porque no sabía nada de finanzas y ahí aprendí todo lo que sé, y segundo porque venía de una empresa familiar y pasé a trabajar en una mega compañía de 4,000 empleados.

¿Qué es lo que más te mueve hoy?

Creo que lo que más me inquieta es tratar de ser una mejor argentina, que para mí significa decir basta de ser la típica ciudadana que critica sin hacer nada para mejorar las cosas. América latina tiene que trabajar como región para que todos estemos mejor, en todo sentido, y dar el ejemplo no sólo de la boca para afuera. Hoy en la política vemos cosas que son realmente atroces. Para mí es un gran desafío tratar de aportar mi granito de arena desde la compañía. Nosotros contratamos a 1,500 personas que son núcleos de familias. Lo que me mueve es eso, comprometerme como líder con la sociedad y aportar algo que vaya más allá de la rentabilidad de mi empresa.

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